miércoles, 2 de octubre de 2013

EMPOTRADOS - Ian Watson

Primera edición en inglés en 1973.
Publicada en castellano por Martinez Roca en 1977.
Traducción de Ramon Ibero.
181 páginas.

Sinopsis.

Un lingüista especializado en la reeducación de niños autistas, un antropólogo que estudia las tribus de indios del Brasil, un grupo de investigadores espaciales que entran en contacto con los extraterrestres Sp'thra... este es el escenario para un inmenso cambio para la humanidad, o quizás para un inmeso desastre. 

Comentario del libro.

Ya había leído Empotrados hace casi dos décadas y tenía muy buen recuerdo de esta novela. En realidad, siendo sincero, debo admitir que me voló la cabeza. Así que me he enfrentado a esta relectura con algo de temor de romper un mito personal. Sin embargo, puedo decir con toda tranquilidad que me ha vuelto a fascinar de la misma manera que entonces, y puede que más.

En mi opinión, uno de los principales problemas que plantea leer un buen libro (porque también los tiene malos) de Ian Watson es que después quieres que todas las novelas de ciencia ficción sean así. Al menos así me pasa a mí. Ya sé qué no todo el mundo aprecia el estilo de este escritor, quizás algo descuidado, especialmente gamberro y entre otras cosas muy poco dado a las explicaciones científicas mínimamente coherentes que esperan muchos aficionados a la ciencia-ficción, pero a cambio ofrece en estado puro eso que se ha venido a llamar el sentido de la maravilla tan característico de este género, aunque, eso sí, siempre pasado por su especial filtro. Es difícil encontrar otros autores que sepan aunar tan lúcidamente la ciencia ficción especulativa con un talante que podríamos denominar como desafiante para con las “buenas costumbres”, y eso va desde las normas más elementales del racionalismo hasta la moral y la política más conservadoras. Aunque no tanto en el caso de este libro que reseñamos aquí, esa actitud desafiante de Watson se suele traducir también en un sentido del humor descabellado y una marcada tendencia al kitsch y el esperpento, tal y como ocurre en obras como Visitantes milagrosos, Carne o El viaje de Chejov (no hace mucho reseñada en este blog, ver aquí). Son libros que conservan un difícil equilibrio entre las ideas más o menos serias y los elementos provenientes del absurdo.

En todo caso, pese a sus excentricidades y su irregularidad en cuanto a nivel de calidad, Watson ha llegado a ofrecer varias muestras de su capacidad para especular con ideas audaces y llevarlos a los extremos, es el caso de Empotrados. Pese al formato (esas ediciones setenteras tan carismáticas de Martinez Roca, pero con fuentes minúsculas comeojos y el constante peligro de que el libro se deshaga en pliegos sueltos) e incluso aceptando la propia imperfección del estilo de Watson (la cual se intuye bajo una traducción pésima, aunque afortunadamente lo suficientemente funcional como para poder comprender una historia que por momentos se vuelve bastante compleja), es difícil no percibir, por poco que uno sea favorable a este autor, que éste es un libro portentoso que lleva el género de ciencia ficción a niveles muy altos de originalidad.

Pero, ¿de qué va Empotrados? Como ocurre con casi todos los demás libros de este escritor se trata de una mezcla de muchas cosas, una amalgama de nociones dispares (que van desde lo más sesudo a lo francamente estrambótico) condensadas en poco más de 180 páginas, todo ello sazonado de tal manera que el resultado es simple y llanamente hipnótico: neurología, surrealismo, teoría del lenguaje, etnología y antropología, drogas, política revolucionaria, ecología, extraterrestres, ingeniería espacial, etc. Y aun así, paradójicamente, es una novela que sabe a poco y deja al final un regustillo amargo. Quizás sea porque uno se queda con ganas de más maravillas o quizás sea el resquemor de tristeza y desesperación que transmite. El caso es que Watson no se lo pone precisamente fácil al lector, por cada idea estimulante te encontrarás con otra depresiva, convirtiéndose su lectura en algo así como una montaña rusa de emociones enfrentadas. A lo largo de la trama ambos sentimientos se van cargando hasta un punto límite y a partir de ahí es fácil sospechar que todo va a resultar un dramático desastre, y tratándose de Watson eso vale respecto a los personajes principales, el resto del planeta y parte del universo conocido.



Surgida de la imaginación despiadada de Watson, se trata de una historia sin héroes realmente virtuosos (salvo Pierre, el etnólogo lleno de buenas intenciones, pero atrapado por su materia de estudio hasta el punto de perder cualquier perspectiva mínimamente objetiva). Más bien está llena de seres inmorales, cobardes, egoístas y crueles. Incluso los extraterrestres que aparecen (en una de las descripciones de encuentro entre humanos y alienígenas más cínicas y a la vez más fascinantes que recuerdo haber leído nunca) son seres casi omnipotentes pero cargados de bajas intenciones y de menosprecio por los "seres inferiores", así como motivados por obsesiones inabarcables para la mente humana. Tampoco la parte de los aborígenes amazónicos, eje sobre el que gira toda la trama, escapa a esta corrosión implacable. Lejos de poder compararse con relatos poetizados e idealistas de las culturas chamánicas al estilo de Las enseñanzas de don Juan, aquí el libro se convierte en un retrato crudo y falto de cualquier rastro de embellecimiento para con los indios, sus mitos y su forma de vida. Watson reprime la típica oda al “buen salvaje” a cambio de un convincente (aunque evidentemente imaginario) retrato de una cultura ajena a la realidad de la civilización moderna, en parte por su aislamiento en mitad de la selva,
con sus propios mitos y cosmogonías, en parte por una misteriosa droga que les ha dotado de posibilidades infinitas en el campo del lenguaje y el conocimiento.


El elemento político también está muy presente en la novela. Hay una evidente denuncia a las actividades de Estados Unidos en la Sudamérica de los años 70, tanto en lo que respecta a la explotación de recursos naturales como a su implicación con multitud de dictaduras militares y sus correspondientes crímenes. En este componente político del libro Watson también aplica su ambivalencia emocional, dejándonos algunas mordaces situaciones y a la vez transmitiendo una agridulce sensación de derrota. Empotrados, al fin y al cabo, es algo así como el retrato de un gran fracaso en muchos niveles posibles. Publicada en 1973, la novela rezuma por todas sus páginas el sentimiento crepuscular de una época que ya se estaba perdiendo, un periodo inmediato a los movidos años 60 que tras las ilusiones utópicas difusas y heterogéneas de un gran cambio ya se avistaba la vuelta a la normalidad y la miasma neoliberal comandada por Ronald Reagan o Margaret Thatcher.

En suma, pienso que Empotrados es un libro imprescindible dentro de su género. Su cualidad principal se encuentra en la infinidad de ideas que contiene, aunque ninguna de ellas lleva a nada en concreto y puedan ser vistas como meras pajas mentales, pero poco importa eso si se consigue llevar al lector a un estado de placentera excitación neuronal, a ese estado en que estamos predispuestos a la pura especulación y a jugar con conceptos e ideas que intuimos pueden ser posibles y demoledores.

Reseña de Antonio Ramírez

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