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domingo, 27 de octubre de 2013

PÓRTICO - Frederik Pohl


Primera versión en inglés publicada en 1977.
Edición en castellano por Nova (Ediciones B).
Traducción de María Teresa Segur Giralt y Pilar Giralt Gorina.
368 páginas.

Sinopsis.

En el espacio profundo es encontrado por puro azar un inmenso artefacto, legado de una civilización huida de nuestra galaxia mucho antes del origen del hombre. Esta base espacial da a los seres humanos la posibilidad de acceder a tesoros tecnológicos y científicos inimaginables... o quizás a la condenación.

Comentario del libro. 

Pórtico era otro de los grandes clásicos de la ciencia ficción que me faltaba por leer. Ya desde la época del mítico y añorado foro de Cyberdark recuerdo los apasionados debates en torno a la saga de los Heechee, y aunque había más o menos unanimidad de que este primer libro valía la pena no lo había tanto con las restantes entregas. Quizás por eso y por posteriores comentarios que me confirmaron la irregularidad de la tetralogía, he ido dejando pasar el tiempo sin haberme atrevido a leer al menos la novela que la abre. Al fin me he decidido, en gran medida como homenaje a su autor, recientemente fallecido.

Tras terminar Pórtico, tengo la impresión de haber recibido una descripción coherente de ideas muy imaginativas y sin mediar necesariamente conceptos científicos verosímiles. Aunque el libro está plagado, por ejemplo, de términos astronómicos o físicos, no por ello se busca coherencia científica ni reforzar así la credibilidad de la trama. Por lo tanto, no puede decirse que Pórtico sea una novela perteneciente a la rama “hard” de la ciencia ficción. Aun así, Frederik Pohl logra ser muy convincente y uno termina por aceptar la propuesta básica sin demasiados problemas: la humanidad ha encontrado casualmente una serie de artilugios de procedencia extraterrestre y los usa sin conocer del todo ni su utilidad ni su funcionamiento, muy especialmente un tipo de vehículo espacial que puede recorrer enormes distancias a velocidades impensables hasta ese momento. Esta premisa es muy similar a la expuesta en Picnic junto al camino, la novela de los hermanos Arkady y Boris Strugatsky, lo que podría hacer sospechar de un cierto plagio. También puede ser que fuera total casualidad, en todo caso esta dudosa circunstancia no resta valor a Pórtico, pues ambas obras terminan divergiendo hacia caminos muy diferentes. (Ver aquí la reseña de Picnic junto al camino y algunas reflexiones sobre este asunto).

La limitación de la ciencia humana para comprender del todo estos artilugios de naturaleza alienígena aporta una humildad al relato que muchas veces suele faltar en el género, tan sobrado de científicos pedantes e infalibles. En este sentido, Pórtico me recuerda a novelas de Stanislaw Lem como Fiasco o La voz de su amo, obras donde el maestro polaco describe la imposibilidad de los científicos humanos para encontrar sentido a la lógica extraterrestre, con resultados tan imprevisibles como desastrosos. No obstante, ahí donde Lem sitúa en primer plano un discurso pesimista en cuanto a la incapacidad de la ciencia para comprender o comunicarse con otras culturas inteligentes, situación que en manos de este autor suele trascender las limitaciones del género para convertirse en un discurso filosófico prácticamente misántropo, Frederik Pohl prefiere solventar el dilema dotando a sus personajes con potentes motivaciones como el afán de superación, la curiosidad, la búsqueda de aventura e incluso la mera codicia, ideando una situación que hace creíble que la gente arriesgue su vida usando naves espaciales que no comprenden para ir a destinos inciertos. Su coartada, bastante creíble, es que la humanidad del futuro se halla al borde del colapso: superpoblación, desastres ecológicos, etc, por lo tanto cualquier hallazgo proveniente de la misteriosa civilización Heechee (tal es el nombre que han puesto a unos seres de los que no se conoce ni tan siquiera su aspecto) puede quizás ayudar a superar una situación cada vez más insoportable. Pero, aun así, los “prospectores” (así se llaman los que parten desde Pórtico en las naves heechee), no son presentados como samaritanos que actúen desinteresadamente, pues la Corporación ofrece bonificaciones cuantiosas según sean sus descubrimientos, contando que también puedan volver con las manos vacías o, en muy altas probabilidades, que mueran en el intento. En realidad, la idea es muy cercana a la de aquellos pioneros americanos que se internaban en territorio indio, pues éstos lo hacían pensando ante todo en su propio beneficio, pero a la vez, con su acción, iban abriendo y acaparando territorio para todos los demás que vendrían después (¡para desgracia de los indios!).


Pórtico es un libro publicado a mediados de los años 70 y la verdad es que se nota mucho. Aunque en un sentido formal es un libro muy clásico, desprovisto de cualquier atisbo de experimentalismo literario, hay un intento de sacudirse muchas de las ingenuidades argumentales heredadas de la época clásica del género: los diálogos resultan muy creíbles y naturales, los personajes, comenzando por el protagonista principal, son inseguros y llenos de matices psicológicos, lejos de la imagen impoluta del héroe tradicional. Otro detalle crucial, como ya hemos comentado, es que los científicos quedan en un segundo plano, siempre a expensas de los descubrimientos que van realizando los prospectores, es decir, prácticamente del azar. Hay además en la novela una clara intención de ser explícito en el lenguaje respecto a temas como el sexo o las drogas, algo muy propio de la época en que fue escrito. La homosexualidad, por ejemplo, es retratada sin demasiados prejuicios, incluso el protagonista confiesa ciertas tendencias en ese sentido, algo impensable en otras épocas del género. Respecto a esto último, hay que señalar la fuerte presencia del tema del psicoanálisis. De hecho, la trama principal es un largo flashback derivado de las sesiones psicoterapéuticas (descritas en pequeños capítulos intercalados) que el protagonista está recibiendo por parte de un analista robot. Aunque al comienzo esto puede chocar un poco, la importancia de estos apartados psicoanalíticos va cobrando cada vez más sentido. Son interludios llenos de humor y desparpajo que describen la tormentosa relación entre el personaje principal y su analista, hasta llegar a un final (tranquilos no lo voy a destripar) que es todo un alarde de macabra ingeniosidad por parte de Pohl.

En fin, Pórtico es un libro que se lee en un suspiro, resultando francamente adictivo y fácil de digerir, pero quizás sea justo decir que promete más de lo que termina dando, pues las inmensas posibilidades de la historia quedan flotando sin despegar del todo. Si hay algo realmente criticable en Pórtico es que plantea un escenario perfectamete dispuesto para la aventura de altos vuelos, una buena excusa para idear elementos fantásticos y situaciones interesante, algo que solo ocurre en una forma muy limitada. Pero aun así, pese al coitus interruptus que puede suponer para los lectores más ávidos de aventuras, civilizaciones extraterrestres, especulaciones científicas, etc, pienso que hay que reivindicarlo como un buen libro del género. 

Creo que terminaré por leer el resto de la saga, espero que no me decepcione tanto como para estropearme el buen sabor de boca que me ha dejado esta primera novela.

Reseña de Antonio Ramírez