martes, 22 de octubre de 2013

LA PIEL FRÍA - Albert Sánchez Piñol

Primera edición en catalán en 2003
Publicada en castellano por Edhasa en 2005
Traducción de Claudia Ortego Sanmartin
288 páginas.

Sinopsis.

Un antiguo combatiente del IRA decide aceptar un puesto de oficial atmosférico en un islote perdido en el océano. Lo que en principio parecía un aburrido trabajo en tierra de nadie termina por convertirse en una pesadilla. 

Comentario del libro.

Tras el éxito y correspondiente repercusión mediática que recibió Victus me ha sido imposible no sentir curiosidad por los libros de Albert Sanchez Piñol, autor del que, tengo que admitirlo, no tenía la más mínima noticia hasta el momento. Un buen amigo (y colaborador de este blog) me recomendó leer su primera novela y he aquí que me dispongo a realizar la reseña de esta obra, la primera de ficción que publicó este autor catalán (tras Payasos y monstruos, un ensayo sobre varios dictadores africanos) y que desde su aparición ya fuera considerada una obra de culto por muchos lectores más avispados que un servidor.

Seguramente podría decirse muchas cosas de La piel fría, puesto que son numerosas las perspectivas desde las que puede ser valorada y analizada. No me cabe duda de que esta multiplicidad de interpretaciones se deba, ante todo, a que no pertenece a un género perfectamente delimitado. En un primer momento parece que estemos ante un relato fantástico o de terror, pero pronto descubrimos (pues el autor lo deja claro rápidamente) que lo que leemos está atravesado además por otros propósitos no tan fáciles de ubicar.

La piel fría es un excelente ejemplo de libro que crece en nosotros una vez se ha terminado, tanto por lo que en él se cuenta como por lo que solo se insinúa o directamente queda inexplicado y se deja para la imaginación del lector. Albert Sánchez Piñol logra conmovernos a fondo, ya sea por su cuidada planificación o por su filigrana lingüística, ya sea por los conceptos puestos en juego, a medida que avanzamos en la novela tenemos la creciente sensación de que estamos desentrañando una trama de implicaciones muy complejas, todo eso pese a ser una historia de apariencia muy sencilla debido a su limitación de elementos (un escenario muy reducido, pocos personajes, acción repetitiva y desarrollo circular), pero hecha con tal certeza y economía de medios que por fuerza entrevemos que estamos siendo conducidos por un talento literario sobresaliente.

En menos de 300 páginas vivimos una introspectiva odisea que, aunque rebosante de acción, la mayor parte del tiempo toma su fuerza del delirio, de la duermevela, de la confusa desesperación del protagonista, pero no por ello se crea que hablamos de una historia de tintes oníricos o estrictamente subjetivistas. El autor nos coloca en una situación improbable (dos seres humanos abandonados en una isla que es asediada constantemente por monstruos marinos), pero a falta de lo que podríamos llamar una fase intermedia entre lo real y lo fantástico, el protagonista (y de paso el lector) debe aceptar, sin más preámbulos, que un escenario de locura sea la pura realidad. Y paradójicamente, a partir de ese momento, la lucidez ordinaria, ese estado despreocupado (y casi podríamos decir que mecánico) que nos embelesa en la vida cotidiana, es substituida en el protagonista por el permanente estado alterado de consciencia propio del instinto de supervivencia llevado a sus extremos. Resulta chocante, por tanto, que una vez asumidos los elementos fantásticos del libro (es decir, los monstruos, o como son llamados por sus protagonistas: los carasapos) se transformen en algo perfectamente normal, una fuerza más de la naturaleza a la que cualquier isla perdida en mitad del océano podría estar expuesta, como los tifones o los huracanes. En realidad poco más llegamos a saber de ese tema, pues la novela no pretende, ni mucho menos, dar explicaciones en torno a estos seres. Son los personajes humanos (el protagonista principal y su extraño compañero de armas) los que aportan mediante sus comportamientos y pensamientos cada vez más enajenados el factor verdaderamente insólito y delirante del relato. Los monstruos, por mucho que suene a tópico decirlo, funcionan como el crisol simbólico mediante el cual los personajes evolucionan, se redimen o se condenan. Especialmente en el caso de Aneris, la carasapo hembra que ocupa el tercer ángulo en el triángulo (¿o debería en este caso decir trío?) de personajes principales. Pareciera que su función fuera encarnar el límite tras el cual se transgrede cualquier orden moral, cultural o psicológico considerado como civilizado, la pura perturbación de “lo humano” una vez es enfrentado al infinito deseo/repulsión que se oculta en las profundidades del espíritu. Hasta tal punto que este magnífico personaje puede llegar a sospecharse como una pura proyección mental de los dos personajes auto-condenados a un exilio tanto físico como psíquico. Por ello, no faltan momentos en los que uno piensa que quizás todo transcurra en una especie de limbo a medio camino de lo imaginario y lo tangible. Así, la isla y la estrambótica aventura que los dos protagonistas viven en ella, por mucho que estén precisadas con contornos bien definidos y perfectamente materiales, terminan por cobrar el sentido de una pesadilla de la que fuera imposible evadirse. Todos los componentes violentos, sexuales y extremos de la historia parecen apuntar a ello.


En todo caso, la novela también funciona como un rabioso ataque al antropocentrismo (y ya puestos, a cualquier posición unilateral en el sentido que sea; imposible es, por tanto, no relacionarlo con ciertas circunstancias biográficas brevemente esbozadas del protagonista en cuanto a su pertenencia al IRA). Toda conjetura, toda explicación para desentrañar la naturaleza y motivaciones de los monstruos (en su empeño por destruir a los dos humanos), también los esfuerzos por comprender el comportamiento de Aneris y su, al parecer, crucial papel en el conflicto, están condenados de ante mano al fracaso y al error más absoluto. Cualquier interpretación, por muy expansiva y extravagante que esta pudiera ser, está encaminada a reflejar la limitada perspectiva humana. ¿Cuál es, por tanto, la alternativa al enfrentamiento y la violencia? ¿Cómo es posible una vía de comunicación o al menos de comprensión?

No obstante, Sanchez Piñol, lejos de solucionar el dilema por la vía del humanismo (por ejemplo, la consabida lección moral de tolerancia y la aceptación del Otro), juega magistralmente con una ambigüedad (que podríamos definir como deliciosamente perversa) que enriquece exponencialmente las concomitancias de su novela. Y quizás ahí está la máxima potencia de La piel fría, su mayor logro: ese espacio de incertidumbre por el que se cuelan los más diversos sentimientos y significados, un abismo insondable que lleva a la sempiterna duda y la desesperación del protagonista… ¡y al puro placer literario del lector! Porque lejos de acomodarse a soluciones fáciles, pero también sin caer en excesivas pajas mentales para salvar el escollo, Sanchez Piñol sabe armarse de recursos literarios propios de un verdadero gran escritor para afrentarse a un disyuntiva sin posible solución, pero que aun así siempre queda reclamando algún desenlace, sea cual sea, reflejando de esta manera ese inmenso hueco de incertidumbres sin resolver que al fin y al cabo es la condición humana.

En suma, estamos ante una más que reseñable novela, quizás imperfecta en muchos sentidos, aparentemente modesta en su concepción, pero amplia e imprevisible en sus repercusiones en el lector, lo cual no es precisamente poco.

 Muy recomendable.

Reseña de Antonio Ramírez.

3 comentarios:

  1. Un gran libro y una buena reseña!.

    La Piel Fría es una obra maestra al igual que PANDORA EN EL CONGO. Recién salida la nueva obra de Piñol más en plan histórico, estoy deseando que termine la supuesta trilogía de los elementos; La Piel Fría se centra en el agua, Pandora en el Congo en la Tierra y se supone que un tercer libro se contextualizaría en el aire...

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    1. Gracias Coronel.
      Pandora en el Congo me ha decepcionado un poco, la verdad. había oido comentarios quizás exgerados, está muy bien, pero me esperaba más. Sin embargo su libro de relatos me ha gustado muchísimo. Ambos libros serán reseñados.

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  2. A mí me gustó bastante, aunque he de reconocer que no me enganché hasta la mitad del libro ya que la estructura del principio me recordaba demasiado a LA PIEL FRÍA. Después la cosa mejora muchísimo y me sorprendió su final. El libro de relatos no lo he leído... Un saludo!

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