miércoles, 23 de enero de 2013

FANTASMAS - Joe Hill


Primera edición en inglés en 2005.
Editado en castellano por Suma de Letras en 2008.
Traducción de Laura Vidal.
405 páginas. 

Ser el hijo del mismísimo Stephen King no es ninguna panacea. Y si no, que se lo pregunten a Joe Hill. Precisamente, los prejuicios y falsas expectativas son a priori el mayor lastre que arrastra Fantasmas, un (vaya por delante) más que notable debut literario en forma de recopilación de relatos. Y es que los fans más acérrimos de King seguramente se sientan decepcionados al ver en Hill un escritor mucho menos ambicioso, no tan centrado en el terror psicológico de raíces clásicas. Por otro lado, los detractores del llamado Rey del Terror difícilmente le darán una oportunidad a su hijo, pues temerán encontrarse ante un autor en la misma línea y heredero de similares imperfecciones estilísticas.
Lástima. Pues Fantasmas es una muy recomendable y variada compilación de cuentos, firmada por un escritor prometedor y que apunta maneras más allá de que aún tenga que pulir algunas herramientas del oficio. En este sentido, el mayor elogio que se le puede hacer a Joe Hill es no ser una burda fotocopia de Stephen King. De forma sorprendentemente grata, Hill ha sabido asimilar de su progenitor muchas de sus virtudes (planteamientos atractivos y originales, narración ágil, eficaz retrato de personajes) y ha evitado, al menos de momento, caer en sus más cacareados defectos (especialmente, su megalomanía y tendencia al exceso, que inflan de paja innecesaria muchas de sus novelas y narraciones).
Pero que nadie se engañe: Hill no es el “Príncipe del Terror”, ni pretende serlo. A pesar del título de la obra (el original, “Fantasmas del Siglo XX”, resulta algo más ambiguo) sólo 5 o 6 de los 15 relatos aquí recogidos pertenecen estrictamente al género terrorífico. El resto oscilan entre la fantasía, el suspense y hasta el drama costumbrista. Por tanto, salta a la vista que ésta es una recopilación improvisada como tal, una estrategia editorial destinada a reunir en un único volumen toda la narrativa corta de Joe Hill. Debido a ello, como antología Fantasmas carece de la unidad temática o de tono de, por ejemplo, las Narraciones Extraordinarias de Edgar Allan Poe, los Libros de Sangre de Clive Barker o incluso (aunque la comparación resulte odiosa) El Umbral de la Noche de Stephen King. Los citados ejemplos o bien se centraban en el terror y sus muchas variantes o bien tocaban más géneros, pero siempre desde una misma perspectiva y estilo unitario. Esta falta de cohesión interna provoca un considerable daño colateral a Fantasmas, pues el lector incauto puede sentirse desconcertado y hasta decepcionado ante tanto vaivén temático duro de reconciliar.


No obstante, en todos y cada uno de sus relatos Joe Hill se revela como un escritor ingenioso, de prosa cuidada y sumamente entretenido, por mucho que a veces no pueda evitar caer en la autocomplacencia y el guiño referencial o abuse en sus historias del recurso a finales poco conclusivos. Si bien es cierto que la ristra de prestigiosos premios que este libro atesora resulta un tanto exagerada (Premio Bram Stoker, Premio Británico de Fantasía, Premio Mundial de Fantasía, y un International Horror Guild) la aparición de Joe Hill en el árido panorama del terror literario contemporáneo resulta un soplo de aire fresco muy estimulante. No esperéis encontraros a un renovador ni a un revolucionario del género. Por mi parte, tengo muy claro que seguiré con atención su carrera en el futuro.
Sin más, paso a comentar brevemente cada uno de los relatos:
El Mejor Cuento de Terror: Excelente título para un relato que empieza con fuerza, mantiene un ritmo in crescendo y desemboca en un final inesperadamente abrupto, tan inapropiado que te deja con ganas de más. Sugerente y fallido, con estimulantes ecos del más puro “gótico americano”. Lo mejor: la historia dentro de la historia.
Un Fantasma del Siglo XX: Un competente cuento de amor y fantasmas ambientado en un viejo cine, repleto de sentimentalismo y cinefilia. Bueno, pero quizá excesivamente parecido a los similares (y mejores) “La Gente en la Pantalla” de Robert Bloch e “Hijo del Celuloide” de Clive Barker.
La Ley de la Gravedad: Una joya. La alegórica historia de un niño “hinchable” de apellido judío en su lucha contra el rechazo y la incomprensión por el mero hecho de ser diferente. Tierno, emotivo y decididamente genial, de lo mejorcito del volumen.
Oirás Cantar a la Langosta: Algo así como la versión teenager de “La Metamorfosis” de Kafka en plan serie Z casposa. Divertido y muy bien escrito, aunque en el fondo no deja de ser una gran broma.
Hijos de Abraham: Llamativa vuelta de tuerca al personaje de Van Helsing en esta secuela de “Drácula” donde se explora con relativo acierto la siempre tensa relación entre padres e hijos. El problema es que se parece demasiado a la excelente película “Escalofrío” (Bill Paxton, 2001), como muy bien se nos adelanta en el prólogo.
Mejor que en Casa: Un relato inesperadamente intimista y emocional, con un personaje central de psicología admirablemente definida. Debido a ello, desentona en exceso con el resto de la compilación y sólo despierta la irritación del lector.
El Teléfono Negro: Un eficaz cuento de terror, con una prosa muy pulida, atmósfera inquietante y un final bien resuelto. Deja buen sabor de boca.
Carrera Final: Éste relato está mejor escrito que el anterior y cuenta con un personaje protagonista más atractivo. Lamentablemente, Hill vuelve a confundir un final brusco y perezoso con una conclusión abierta y sugerente. Decepcionante.
La Capa: Otra de las joyas de la colección. Una puesta al día del mito de los superhéroes realista e ingeniosa, con un planteamiento original y un final sorpresa que no por predecible es menos efectivo. Memorable.
Último Aliento: Influencias de Ray Bradbury y el terror de corte más clásico en esta pequeña delicia que los entendidos en terror literario disfrutarán especialmente.  
Madera Muerta: Curioso experimento (el relato sólo abarca una página) donde se nos narra la posibilidad de que los árboles contengan espíritus. Tan breve que no pasa de lo meramente anecdótico.
El Desayuno de la Viuda: Estampa costumbrista y melodramática metida con calzador en esta compilación. Con todo, sus satisfactorios resultados quizá la conviertan en el mejor de todos los cuentos “no fantásticos” del volumen.
Bobby Conroy Regresa de Entre los Muertos: Relato de zombis sin zombis ambientado en el rodaje de (valga la redundancia) “Zombi” (George A. Romero 1979). Incluye cameos de Romero y hasta del mítico maquillador Tom Savini. Curioso y exasperante a partes iguales, no llega a ninguna parte ni acaba de funcionar.
La Máscara de mi Padre: Uno de los platos fuertes del libro. Este relato surrealista y siniestro recuerda a las ficciones de Kelly Link (para bien, por suerte) e incluso a los cuentos de Julio Cortázar, creando un ambiente malsano, desconcertante y morboso digno del mejor David Lynch. Soberbio, pero no es para todos los gustos.
Reclusión Voluntaria: El broche de oro. Este relato largo (60 páginas) es una prueba palpable del talento de Hill y de lo mucho que puede dar de sí en narraciones más extensas y complejas. Originalísimo, absorbente y redondo. Una obra maestra.
          La Máquina de Escribir de Sherezade: Simpático aunque evidente intento ad hoc de dar coherencia a todos los cuentos entre sí. Llega un poco tarde, pero se lee con agrado y sabe dar un buen toque final al conjunto.

Reseña de Francisco Gabaldón

1 comentario:

  1. Amigo Francisco, para ser breve, has comentado todos los relatos sin excepción. Jejeje, enhorabuena por tu crítica.

    Salvo excepciones en relatos concretos, tu opinión es muy similar a la mía. Pero yo siento siento una especial devoción por "Madera Muerta" que veo que no compartimos. Sin embargo, yo acepté con una pasmosa tranquilidad la existencia de árboles fantasmas, y las anécdotas en que se fundamentaba el mito se me revelaron como perfectamente plausibles y coherentes.

    Por otro lado, no sentí sino un violento rechazo hacia "La máscara de mi padre", uno de tus favoritos.

    En resumidas cuentas supongo que me ocurrió lo que ya adviertes en tu crítica. Que al no ser una verdadera compilación de terror con un tono unitario, no estaba preparado para ciertos relatos. Pero en general coincidimos en situar "La ley de la gravedad" y "Reclusión voluntaria", como los platos fuertes del libro.

    Un abrazo, espero ver más reseñas tuyas!

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