jueves, 21 de noviembre de 2013

LA KRAKATITA - Karel Capek

Edición original en 1923.
Publicado en castellano por El olivo azul (2010).
Traducción de Patricia Gonzalo de Jesús.
334 páginas.


Sinopsis.

El ingeniero Prokop vive alejado del mundo e inmerso en sus obsesivas investigaciones con explosivos, de repente consigue elaborar el más potente destructor: la krakatita que funciona de manera misteriosa. A partir de aquí comienza una loca historia de persecuciones, luchas por el poder y aventuras amorosas que enfrenta a su protagonista con las posibilidades aniquiladoras de esta sustancia.

Comentario del libro.

Karel Capek comenzó a ser redescubierto en nuestro país a partir de la traducción de La Guerra de las Salamandras, en esta obra usaba un estilo absolutamente disparatado y burlesco para presentar una situación de racismo y genocidio, muy similar a la desplegada por el nazismo, contra unas adorables aunque feas criaturas. Lo cierto es que constituía una pequeña maravilla (“pequeña” porque todo lo escrito en tono humorístico parece tener menor importancia), que nos hacía reflexionar casi sin darnos cuenta sobre la estúpida crueldad del ser humano. Con el buen recuerdo (bastante lejano) que dejaba esta obra, nos acercamos a la lectura de La krakatita, una novela de ciencia ficción que anticipa las reflexiones sobre las consecuencias deshumanizadoras de la energía nuclear. En ella el humilde ingeniero Prokop descubre cómo obtener energía destructora a partir de la sola materia y esta investigación será su éxito y su ruina más absolutos.

A pesar de las habilidades que Capek tiene para elaborar escenas muy cinematográficas y atractivas (supongo que influiría el hecho de haber trabajado como guionista de cine), se trata de una novela bastante inclasificable y de lectura caótica, que, como he comprobado en alguna reseña que hay por internet, no contenta a los lectores del género de ciencia ficción. Los géneros más antagónicos se van uniendo sin un orden claro y, ciertamente, llega un momento en el que el lector es incapaz de entrever hacia dónde nos lleva la historia. Si al principio parece que nos encontramos con una historia más bien patética al estilo de Las aventuras del Soldado Svejk de Hasek en la que un agotado ingeniero cae en las maléficas redes de un falso amigo, pronto se convierte en una novela romántica grotescamente forzada. Para que una mezcla tan potente tenga sentido es imprescindible leer la novela con distancia humorística, dejarse arrastrar por el desastroso e irascible protagonista. Pues uno de los hallazgos más interesantes de esta obra es, precisamente, el horrible protagonista: hijo de zapatero, huraño, feo, grosero, obsesionado de manera infantil con sus explosivos, enamoradizo, fantasioso,… En definitiva, un auténtico incapaz para las relaciones sociales, para descifrar las consecuencias políticas de su explosivo o para conducir sus asuntos amorosos.
En el momento en el que se cierne la tragedia sobre Prokop, comienza una esperpéntica educación sentimental que pasa por los clichés femeninos más conocidos: la joven virginal que se siente atraída por la figura paterna, la mujer fatal y cruel que se quiebra con el bruto y colérico ingeniero, la mujer perdida que se enamora del noble corazón de Prokop y la misteriosa dama inalcanzable. En cualquier caso, sorprende lo recurrente de la sexualidad en la novela y la manera en la que constata los atractivos eróticos de estas mujeres. En numerosas ocasiones tenemos que ver cómo se enfrentan los feos dedos cercenados de Prokop con las pieles blancas y tersas, los dulces rostros, las piernas y bocas de sus acompañantes. De tal modo que acaba por parecer una dulce venganza que el salvaje pero tierno protagonista se toma, estrujando y mordiendo las carnes de todas las mujeres que durante años lo han ignorado.

Otro rasgo que resulta fascinante de la novela es el componente onírico. Ya durante las primeras páginas se entremezclan continuamente los sueños con la vigilia y nunca se tiene la certeza de si el protagonista está despierto. Pero esta tensión de lo onírico y lo simbólico se mantiene durante todo el libro: los personajes que le persiguen son de un absurdo pesadillesco, los intentos de huida acaban en circuitos cerrados, los encuentros azarosos están cargados de sentido,… El propio protagonista duda de la verosimilitud de quienes le rodean provocando situaciones aún más esperpénticas, tratando de poner a prueba la resistencia de esos personajes que quieren apoderarse de la krakatita para destruir el mundo. El peso de la enfermedad, el cansancio, la fiebre, el ardor amoroso o las heridas (en el libro aparecen muchas veces mezclado) sumen a Prokop en delirios, contradicciones y pasiones incontrolables que sin embargo no consiguen doblegarlo, sino que le permiten fortalecer su espíritu irredento y anarquista.

Podríamos decir que se trata de una novela excesiva, barroca, humorística, caótica,… Es una fábula fascinante, con algunos momentos desternillantes, aunque en ocasiones desconcierte. Pero que, en cualquier caso, ejemplifica el placer por el absurdo de una literatura tan vívida y exultante que recuerda a Kafka o la Patafísica y que acaba haciéndonos adorable a ese animal que disfruta convirtiendo cualquier sustancia cotidiana en un potente explosivo. Tan atractiva me resultó la lectura, que la fantasía de emular a nuestro desastroso perdedor no tardó en dar vueltas en mi cabeza: ahora que nos han convertido a todos en ratas de laboratorio, quizá haya llegado el momento de transformar las cosas más cotidianas en armas aniquiladoras y amenazar con destruir el mundo si vuelven a tocarnos. Bueno, no nos engañemos, tampoco saldría bien, no tengo madera de terrorista.

Reseña de María Santana.

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