miércoles, 20 de marzo de 2013

LA CANCIÓN DE KALI - Dan Simmons


Publicado originalmente en inglés en 1985 
Editado en castellano en 1993 (Ediciones B)
Traducción: Rosalía Vázquez

Sinopsis.

        El canto de la diosa Kali produce el sonido de la muerte. Un periodista sostiene que su culto no ha desaparecido aún en nuestro moderno mundo tecnológico y está dispuesto a comprobar sus afirmaciones. Nada le resultará sencillo, y lo que empezó como un trabajo rutinario se convertirá en una pesadilla en la que el protagonista sólo escucha mentiras y choca contra el muro de la indiferencia oficial cuando acude a las autoridades en busca de ayuda.

Comentario del libro.


Para los aficionados a la ciencia-ficción, Dan Simmons no necesita presentación: autor de la saga Hyperion, su contribución al género le ha asegurado un puesto de privilegio capaz de rivalizar actualmente con las Fundaciones de Asimov o los Dune de Herbert. Sin embargo, resulta curioso que muchos de sus seguidores parecen ignorar (e incluso menospreciar) que es en el terror donde Simmons ha concentrado la mayor parte de su producción literaria. Y es precisamente en este género donde debutó como novelista en 1985, con la publicación del libro que nos ocupa.


Lo primero que llama la atención de La Canción de Kali es la madurez de Simmons como narrador. Cierto es que ya contaba 37 años cuando lo escribió y que, a esas alturas, era ya un experimentado autor de relatos cortos. Teniendo esto presente, me sigue resultando destacable lo bien escrito y estructurado que está el libro, bastante por encima de la media habitual en estos casos. Sin duda, su punto fuerte es la ambientación y la creación de atmósferas: la Calcuta descrita en esta novela es un auténtico infierno en la tierra. Simmons presenta un escenario hostil y pesadillesco, ilustrado con profusión y sin ahorrarse todo tipo de detalles escabrosos como la mención de cadáveres amontonados en el patio trasero de los hospitales o incluso gente defecando en plena calle. Si bien no es más que un artificio literario (esa gran urbe corrupta y amoral que actúa como foco del mal bien podría ser Londres, Nueva York… o Madrid) su brutalidad y aparente sinceridad llegan hasta el punto de provocar una sensación realmente incómoda en el lector, casi bordeando los límites del racismo. No me extrañaría que a Simmons lo declararan persona non grata en India. Y no exagero.


Es en este marco asfixiante donde Simmons, con asombrosa habilidad, va introduciendo poco a poco los elementos sobrenaturales. Su protagonista, un anodino escritor, se ve paulatinamente envuelto en una trama que lo supera a todas luces, un misterio que adopta la forma de complot por momentos apasionante.  La novela arranca con pulso firme hasta pisar a fondo el acelerador en el que quizá sea el mejor segmento de todo el libro: una historia dentro de la historia en forma de relato oral, donde un estudiante hindú le cuenta al protagonista sus experiencias robando cadáveres como rito de iniciación en la secreta comunidad clandestina de los kappa, adoradores de la terrible Diosa Kali. Este capítulo está narrado con tanto virtuosismo y un ritmo tan endiablado que supone, en sí mismo, una pequeña obra maestra de lo macabro. Es tan bueno que, en cierto modo, el resto del libro nunca llega a estar a su misma altura más allá de algunos momentos aislados (pero eso sí, muy poderosos).


Y es que algo falla. La trama es muy ambiciosa, pero Simmons en ocasiones titubea y no parece tener claro a dónde quiere llegar. La conspiración tejida en torno a Kali, la secta de los kappa y el poeta desaparecido que parece haber vuelto de la muerte, es tan enigmática como vacía en el fondo. Sus contradicciones y cabos sueltos contribuyen en un principio a acrecentar la sensación de misterio, pero al final uno tiene la impresión de ideas inexploradas. El ritmo flaquea, alternando momentos trepidantes en los que la historia avanza a toda velocidad con otros demasiado pausados y carentes de interés. Afortunadamente, el autor se muestra más hábil en el retrato de personajes: es fácil identificarse con el protagonista, los secundarios resultan apropiadamente siniestros y ambiguos y el villano (cuyo nombre no desvelaré) es sencillamente memorable en su complejidad y mezquindad, de los mejores con los que me he topado en muchas lecturas. La excepción sería la esposa del protagonista (de raza india, pero criada y educada en Inglaterra), el único personaje políticamente correcto de la historia.


Pero que nadie me malinterprete: estamos ante una excelente novela, con un planteamiento original, plagada de tensión y salpicada de momentos de puro horror que casi se lee sola. No obstante, las carencias o defectos que he apuntado le impiden ser la obra maestra rotunda que podría haber sido. Volviendo al inicio de mi reseña, La Canción de Kali no consigue ser en cuanto al género de terror lo que Hyperion sí es respecto a la ciencia-ficción. Aún así, no le faltan motivos para haberse convertido en una de las novelas clave del panorama del horror en los últimos 30 años. Baste mencionar al respecto el cruel y brutal desenlace (realmente traumático y que deja huella mucho tiempo después de finalizado el libro)  o la conclusión a la que llega el protagonista en las últimas páginas, que de manera involuntaria se ha convertido en una bonita metáfora de lo que le ha pasado al género en los últimos años: tras experimentar en primera persona el terror puro y duro, se dedica a escribir sobre unicornios y hadas consciente de que resulta mucho más inofensivo. Sobran los comentarios. ¡No se la pierdan!

Reseña de Francisco Gabaldón

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