Reedición por Bibliópolis en 2013.
320 páginas.
Sinopsis.
Jonás, biólogo de profesión y señalado como herético por las autoridades religiosas, es embarcado a la fuerza en una misión científica para investigar la inexplicable destrucción de unas naves de carga. Esta desgraciada circunstancia le llevará, para su sorpresa, a desvelar muchos de los misterios que esconde el pasado del cúmulo globular de Akasa-Puspa.
Comentario del libro.
¿Qué hace que un libro de ciencia ficción funcione? No hay una respuesta fácil, pues afortunadamente la ciencia ficción no es un género totalmente homogéneo e incluye multitud de subgéneros, tendencias, reformulaciones,… eso sin contar las diferencias de personalidad e intereses entre los autores y, al fin y al cabo, entre los propios lectores, que son los que al final dan vida a los libros en sus cabezas y juzgan sobre su validez.
Si nos restringimos a la llamada space opera, quizás la corriente más conocida dentro del género si tenemos en cuenta que es la más accesible y la más presente en la cultura popular a través de medios como el comic, el cine o las series de televisión, la respuesta podría buscarse en un terreno mucho más acotado. La space opera es un género basado en la aventura, en la acción y sobretodo en eso que se ha venido a llamar el sentido de maravilla tan propio de la ciencia ficción. Pues bien, si tenemos en cuenta estas características podemos decir que Mundos en el abismo funciona a la perfección, porque cumple al cien por cien con ellas. Además de eso, muchos aficionados y críticos han llegado a definir este libro como perteneciente a la corriente “dura” de la space opera, por eso de que es bastante ambicioso y detallado en muchos de los conceptos que pone en acción. En cierta manera puedo estar muy de acuerdo con esta consideración, pero de todas formas pienso que todas las ideas presentes en esta novela no dejan de ser, evidentemente, puras fantasías, si bien están presentadas con mucha convicción, jugando certeramente con las licencias que el género permite y aplicando todos los malabarismos literarios necesarios para suspender la incredulidad del lector. Toda la apariencia de verosimilitud de la novela no es más que eso, apariencia sin verdadero fundamento en lo real. Lo que define la ciencia ficción dura es un cierto margen de probabilidad, al menos en lo que respecta a las cuestiones científicas o técnicas. Y en el caso de este libro, bajo todo el maremágnum de detalles teológicos, sociológicos, lingüísticos, tecnológicos, físicos, químicos, astronómicos o biológicos que nos encontramos no hay más que mucha imaginación aplicada por un par de inteligencias con formación técnica o científica. No obstante, todo esto no quita ni un ápice de mérito a Mundos en el abismo, todo lo contrario, pues al fin y al cabo de eso trata la space opera, de divertirnos y de maravillarnos sin mediar necesariamente ningún compromiso férreo con la realidad, aunque conservando una sensación de verosimilitud científica que hace que nos "creamos" lo que leemos.
En todo caso, al margen de cualquier otra consideración, Mundos en el abismo es un libro que no da respiro al lector, puede decirse que va a una velocidad de infarto. Pese a un comienzo algo farragoso, que pone a prueba la paciencia del lector por entender donde se está metiendo, una vez nos introducimos en el singular universo de Akasa-Puspa todo se acelera. El libro está construido mediante capítulos que a su vez están divididos en pequeños apartados, cada uno de ellos centrados en diferentes líneas argumentales que constantemente se entrecruzan o se separan según va desarrollándose la trama. El resultado es de una extraordinaria agilidad narrativa. A cambio, hay que admitir que los personajes no son precisamente profundos, incluso diría que en su mayor parte son puros clichés que se amoldan a los prototipos que solemos encontrar en este subgénero. Como, por ejemplo, el detalle de utilizar (incluso con cierto sadismo en cuanto al destino que los autores le tienen reservado) a un eunuco como símbolo de la decadencia del imperio; o el previsible personaje femenino (por cierto, la única mujer con verdadero protagonismo en todo el libro) que se siente tan atraída por el intelecto del protagonista que decide follárselo (vamos, lo que se dice una fantasía irresistible para adolescentes empollones). Son éstos algunos de los rasgos del libro que me han resultado más francamente inmaduros, pero admito que no me ha importado demasiado, pues está más que compensado con una gran cantidad de ideas atractivas y vertiginosas. ¿Cuántos libros de ciencia ficción se van a pique por la obstinación de su autor por demostrar que sabe construir personajes serios y profundos? Pero Juan Miguel Aguilera y Javier Redal van al grano, con una narrativa sencilla, sin filigranas literarias de ningún tipo, se contentan con apuntar algunos atributos significativos de sus personajes, expresando su carácter más a través de los numerosos diálogos y de sus acciones que por la introspección o por una descripción muy detallada de sus biografías, sin disimular demasiado que al fin y al cabo son meros vehículos de una historia de género donde lo verdaderamente importante e interesante está en el desarrollo de conceptos imaginarios.
Resumiendo: si te gusta la ciencia-ficción llena de aventuras y acción, y si además te gusta que te sorprendan con buenas ideas e imágenes grandiosas este libro no te defraudará en absoluto. La categoría de clásico moderno que esta novela ha logrado adquirir con el paso del tiempo está más que justificada. No ha perdido un ápice de frescura y de la capacidad de sorpresa que tuvo que tener en el momento de su publicación allá a finales de los años 80.
De todas formas esperaré a leer su continuación, Hijos de la eternidad, para expresar una opinión completa de esta fascinante historia.
Reseña de Antonio Ramírez