martes, 29 de enero de 2013

EL ÚLTIMO REFUGIO - William R. Burnett

Primera edición en Inglés en 1940.
Editada en castellano por Plaza y Janes en 1992.
Traducción de Rosalía Vazquez.
256 páginas.

Sinopsis.

Roy Earle, un duro y veterano atracador, es indultado de la condena que cumple por sus numerosos delitos. Estar en libertad supone volver a lo que mejor sabe hacer, quizás tenga la oportunidad de dar el golpe que le permita retirarse para siempre.

Comentario del libro.

Es el primer libro de Burnett que leo y ha supuesto para mi una grata sorpresa. Conteniendo todos los ingredientes imprescindibles de la novela negra, incluso todos los tópicos si quiere verse así, éstos están ordenados de una manera que hace que resulte muy original. Quizás su baza principal recaiga en la delicada construcción del personaje principal, Roy Earle, un atracador de bancos con fama de duro y peligroso, pero a quien los años de condena le han pasado factura. Pero Burnett no se conforma con ofrecernos un sólido retrato de este personaje, a lo largo de la historia observamos una evolución de su carácter y motivaciones que aporta a la novela una coherencia y vitalidad indiscutibles. La fuerza de este personaje se nutre de la mitología que rodea a ciertos delincuentes americanos relacionados con la Gran Depresión de 1929, verdaderos iconos de la cultura popular norteamericana como pueden ser John Dillinger o Bonny y Clyde. Burnett presenta a Earle como un antiguo integrante de la banda de Dillinger, adquiriendo su figura un aura que no hubiera conseguido siendo un delincuente más anónimo. 

La quiebra del sistema financiero (en circunstancias muy similares a las de hoy en día) en el 29, principal causa del desempleo generalizado y la ruina para millones de pequeños ahorradores norteamericanos, sumado a algunas políticas gubernamentales sumamente restrictivas, como la llamada "Ley seca", produjo un considerable aumento de la delincuencia organizada de finales de los años 20 y comienzos de los 30 del siglo pasado. Entre la variada fauna que se movía fuera de los márgenes de la ley podían encontrarse gansters que aglutinaban un inmenso poder en ciudades o zonas concretas, como es el caso de Al Capone en Chicago, pero en el otro extremo estaban las bandas de atracadores que actuaban de forma nómada e imprevisible. Estos forajidos, teniendo como objetivo a los banqueros que estaban llevando a la miseria a tantas personas, terminaron por ser vistos por un amplio sector de la población norteamericana como justicieros sociales antes que como meros delincuentes. Burnett hace que nuestro protagonista se revista de todos los elementos, reales o no, que popularmente definieron a ese tipo de atracadores: duros, violentos, pero dotados con una incuestionable clase que los diferenciaba de los simples matones de la bandas de gansters. Esto también permite al autor retratar un proceso de decadencia en la "honorablidad" del oficio, ya que Roy Earle representa una época ya desaparecida de la delincuencia profesional, un punto y aparte. Todavía revestido de una capa de dureza y peligrosidad Earle se ha convertido en un ser solitario y secretamente vulnerable, impregnado de una infinita nostalgia por un tiempo que nunca volverá. Su mente regresa no ya solo a su juventud, sino a su infancia en la pequeña ciudad donde se crió.

Este contexto con connotaciones sociales es aprovechado por Burnett para poner en boca de sus personajes algún que otro discurso que tuvo que ser considerado bastante radical en el momento de publicarse la novela (1940). Como por ejemplo:

"Un banquero estafador, un juez corrupto, polis rastreando la comunidad para poder sacar tajada, un alto funcionario vendiendo cargos..., cosas como esas. ¿Por qué lo aguanta la gente? En este país, unos cuantos tipos tienen toda la pasta. Millones de personas no tienen bastante para comer, y no porque no haya comida, sino porque no tienen dinero. Algún otro lo tiene todo. Okey. ¿Porque no se unen esas gentes que no tienen pasta y la toman?. Esta en el bote. Un banco parece algo muy difícil. ¿No? Okey. Dame un arma y un par de tipos y asaltaré el banco más grande de Estados Unidos. Y no soy más que un hombre. ¿Qué no podrían hacer diez millones?"


Aun así la parte política del libro es algo que se desprende naturalmente del contexto, no es ni mucho menos la principal intención del libro. Cuenta Javier Coma en la introducción a la novela que Burnett nunca mostró a lo largo de su carrera una postura ideológica  enteramente definida. Aunque explícitamente antiderechista, durante la llamada caza de brujas de Hollywood no apoyó a los acusados de ser comunistas, algunos de ellos compañeros de trabajo. Así pues, no puede decirse que El último refugio sea un libro de denuncia política, más bien se trata de un lírico (y fatalista) canto a los forajidos que podría emparentarse al western crepuscular, con sus conflictos, con sus extinciones, pero también con surgimientos de valores y modos culturales nuevos, para bien y para mal. Este aire de western ha posibilitado que entre sus varias adaptaciones cinematográficas se encuentre alguna adscrita a este género, contando de hecho con la colaboración del propio Burnett al guión. (Para más información sobre estas adaptaciones y otras colaboraciones del autor en Hollywood remito nuevamente a Javier Coma y el muy completo apéndice que viene en esta edición de Plaza y Janés).

Otro elemento crucial para la eficacia de esta novela lo encontramos en los personajes femeninos. En la vida de Roy fuera de la prisión se cruzan dos mujeres contrapuestas. Una representa la inocencia y sencillez de sus raíces, su idealizado pasado en la América rural; la otra supone un doloroso recordatorio de su verdadera vida al margen de la ley, la supervivencia y el constante peligro. Esto permite al autor deconstruir algunos tópicos básicos de la novela negra, como el de la mujer fatal, logrando un notable personaje femenino como Marie, la joven prostituta antítesis de Velma, la dulce pueblerina. También, todo hay que decirlo, esta parte del libro hace que la trama casi bordeé en algunos momentos los derroteros del melodrama, aunque Burnett logra que estos instantes más azucarados tengan su sentido y aporten al personaje un motor en su evolución a lo largo de la trama.

Respecto a la estructura y ritmo de este libro, decir que está más o menos dividido en dos partes bien diferenciadas, un inicio preparatorio, donde los personajes son desgranados con parsimonia y una segunda mitad llena de mucho movimiento y acción, con una ágil narrativa que calificaría como muy visual (se nota que Burnett trabajaba como guionista para el cine) y sobretodo una magnífica resolución de la trama. En suma, la intensidad de sus protagonistas (incluido un perro), las descripciones del desierto y el paisaje californiano y el contundente retrato de una época muy concreta de la América más turbulenta, son ingredientes más que suficientes para dotar a este libro de gran interés.

Si te gusta la novela negra no dudes en probar con El último refugio

Reseña de Antonio Ramírez

2 comentarios:

  1. Buenas tardes, escribo desde Venezuela, llegué por laberintos y casualidades al blog. He leído las reseñas y son excelentes. Tengo una novela corta, que algunos han enmarcado dentro del género fantástico y otros como narrativa negra. Quería saber si reseña novelas de autores noveles, que estén publicadas sólo en formato ebook... Si es así me gustaría enviarsela, es mi primer proyecto de género y el piloto de un ambicioso proyecto literario. Gracias.

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  2. Hola Gusmar, gracias por el ofrecimiento, pero prefiero no aceptar su oferta. El Quimérico Lector nace sin más interés que reseñar las lecturas que vamos haciendo los colaboradores del blog. No podemos comprometernos a reseñar autores nóveles o promos de novedades editoriales. Escribimos sobre libros por gusto, no podemos situarnos en el compromiso de ser jueces de nadie ni condicionar nuestras lecturas a ese fin. Espero que entienda esta posición.
    Un cordial saludo
    Antonio.

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